Busca a tu demonio interno,
incitale,
asediale,
persiguele.
Llevas toda la vida huyendole
y no ha hecho más que crecer.
Situate frente a él
y mirandole a los ojos,
coje tu sable
y zas!
Luego recuerda, que él eres tú
y que tuviste la oportunidad
de ABRAZARTE
en su reflejo.