Toqué mi flauta, como si su sonido pudiese llegar a tus oidos sordos y hablarles.
Toqué mi flauta y sonó a la gloria que desprendian mis entrañas, enamoradas de tí.
Toqué mi flauta y los pajarillos me acompañaron, entonando dulces cánticos de alegría.
Toqué mi flauta y sentí las estrellas, rociándome de brillo transparente y celestial.
Toqué mi flauta, como un mago que dirige a su serpiente encantada, hacia su elegido destino.
Toqué mi flauta y llovió. Y las hojas de los árboles, se llenaron de gotas de rocio.
Toqué mi flauta de nuevo y salió el sol, volviendo oro los campos que alcanzaban sus rayos.
Toqué mi flauta y este se enrojeció. Y una bola de fuego ardiente, se formó.
Toqué mi flauta y todos callaron. Y hubo paz. Y el cielo en calma,
contempló a la luna recitando poesia.
Toqué mi flauta y un angel bajó del cielo y me entregó sus alas, como recompensa divina.
Y aún así, volví a tocar mi flauta y me transforme en hada,
que hacia el pais de los sueños, volaba hechizada.
Y mi flauta calló. Y su sonido, regreso de tus oidos.
Y mi flauta calló. Y su sonido, regreso de tus oidos.
Y volvió, a la fuente de su nacimiento.
Y en mis entrañas, se produjo un nefasto silencio.
Y los pajarillos, durmieron.
Y las estrellas, desaparecieron.
Y nunca más se oyo mi flauta, como si por un mago fuese tocada.
Y la lluvia, volvió a adentrarse en las espesas nubes
Y en mis entrañas, se produjo un nefasto silencio.
Y los pajarillos, durmieron.
Y las estrellas, desaparecieron.
Y nunca más se oyo mi flauta, como si por un mago fuese tocada.
Y la lluvia, volvió a adentrarse en las espesas nubes
y se esfumaron de las hojas, las gotas de rocío.
Y el sol, oscureció su resplandor y su color rojizo, fué desapareciendo.
Y volvió el bullicio y el jaleo y se sintió a la luna, enmudecer sus lindos versos.
Pero el ángel que bajó del cielo, no me reclamó sus alas que aún conservo aquí,
en este lugar en el que todavia me encuentro.
En el país de los sueños.
Y el sol, oscureció su resplandor y su color rojizo, fué desapareciendo.
Y volvió el bullicio y el jaleo y se sintió a la luna, enmudecer sus lindos versos.
Pero el ángel que bajó del cielo, no me reclamó sus alas que aún conservo aquí,
en este lugar en el que todavia me encuentro.
En el país de los sueños.
Escrito (1-4-98).
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